Los llamados activos intangibles (propiedad intelectual, patentes, nombres comerciales y marcas, entre otros) constituyen una ventaja competitiva importante para cualquier empresa, también de aquellas que se dedican al e-commerce.
A medida que crece el comercio electrónico mundial, mayor es el riesgo de que otros copien la apariencia y el funcionamiento de nuestra web, algunos de sus elementos o su contenido. Al mismo tiempo, aumenta el riesgo de que nuestra empresa sea acusada de uso no autorizado de los activos de propiedad intelectual de terceros. Es por ello que el establecimiento e implementación de una política empresarial de protección de estos activos resulta fundamental. Estas son algunas de las recomendaciones de la Oficina Mundial de la Protección Intelectual (OMPI) para protegerlos.
Para aprovechar nuestros activos intangibles primero debemos adquirir los derechos de propiedad intelectual a través de una oficina de propiedad intelectual; en el caso de España, la Oficina Española de Patentes y Marcas. Los derechos de propiedad intelectual son derechos territoriales, es decir, se protegen únicamente en el país donde se ha solicitado y obtenido la protección. Por ello en el momento en que nuestro comercio online decida operar en más de un mercado es esencial que protejamos la propiedad industrial e intelectual en todos los países en los que vayamos a vender. Podemos hacerlo país por país o bien recurrir a organizaciones supranacionales que otorgan derechos de propiedad industrial con efectos a nivel comunitario o internacional, como la Oficina Europea de Patentes.
Posteriormente, habremos de realizar un inventario de nuestros activos de propiedad intelectual. El paso siguiente será mostrar esta lista a un abogado especializado en la materia y pedirle presupuesto para un “examen de los activos de propiedad intelectual”. Ese examen sirve para saber qué elementos de propiedad intelectual tenemos y determinar cómo proteger, explotar y aumentar su valor.
Uno de los elementos básicos de un negocio online es el diseño y funcionamiento del sitio web. Lo primero que debemos conocer es si somos los titulares de los contenidos de nuestra web y de cada aspecto de propiedad intelectual que contiene, como bases de datos, aplicaciones de e-commerce o buscadores. Tal vez no sea así, pero no hay problema; sólo necesitamos saber qué nos pertenece, qué estamos autorizados a utilizar y qué no.
El simple hecho de que podamos obtener material en Internet para nuestra web no significa que forme parte del dominio público. Necesitaremos un permiso escrito (puede ser a través de una licencia, consentimiento o acuerdo) para utilizar cualquier foto, vídeo, música, voces, obra de arte, programa informático, etc., que pertenezca a otra persona.
Además, deberemos asegurarnos de estar autorizados a mostrar en nuestra web marcas que pertenecen a otras empresas, si la legislación de nuestro país (o la que se aplique al e-commerce) así lo exige.
También debemos tener cuidado a la hora de colocar enlaces a otros sitios web. En muchos países no existen leyes claras acerca de cuándo y cómo pueden utilizarse los enlaces, por lo que la práctica más prudente es solicitar autorización de la página web en cuestión antes de colocar el vínculo.
En cuanto al contenido propio, es importante protegerlo. Podremos hacerlo con un aviso sobre derechos de autor o alguna otra indicación de titularidad, e indicando a los usuarios qué pueden y qué no pueden hacer con él. También podemos utilizar medios técnicos para proteger nuestro contenido en la red, como las marcas de agua.
Elección del dominio
La elección de un nombre de dominio –aquel que identifica nuestra web en Internet- es una importante decisión comercial. Obviamente, deberemos escoger un nombre de dominio que no sea la marca de otra empresa, porque en la mayoría de legislaciones el registro de una marca ajena como nombre de dominio equivale a una infracción de marca: tendremos que dejar de usarlo y además pagar daños y perjuicios. Es recomendable evitar los dominios que incluyan nombres geográficos, de personas famosas, de organizaciones internacionales o nombres comerciales.
Si es un tercero quien ha registrado ilegítimamente como dominio el nombre de nuestra empresa, podemos recurrir a la Política Uniforme de Solución de Controversias de la ICANN, la Corporación de Asignación de Nombres y Números de Internet que administra los nombres de dominio.
Revisar los contratos
Al desarrollar y proteger la propiedad intelectual de nuestro e-commerce debemos prestar atención a los contratos que firmamos, revisando todos los detalles para asegurarnos que potencian y no dañan nuestros activos de propiedad intelectual. Puede haber riesgos, entre otros, en los contratos celebrados con empleados y proveedores, acuerdos de diseño de sitios web o de desarrollo de aplicaciones, acuerdos de licencia sobre nuestros productos a otra empresa, o para tomar una licencia sobre un producto o propiedad intelectual de otra compañía, acuerdos de distribución, licencias de patente o licencias cruzadas.
Asimismo es conveniente que guardemos copias de todos los contratos relativos a la propiedad intelectual, pues pueden tener su importancia en el futuro en cualquier transacción de adquisición, fusión, venta de activos o inversión de nuestra compañía.
Recurrir al arbitraje
Cuando vendemos en un mercado global, como es a través de Internet, nuestra propiedad intelectual puede utilizarse y ser objeto de licencia en muchos países. Pero al mismo tiempo este carácter mundial del e-commerce dificulta su protección. En caso de infracción, por ejemplo, se hace más difícil la tarea de encontrar al infractor y de hacer valer los derechos de propiedad intelectual que puedan haberse vulnerado. A veces no está claro qué tribunales tienen competencia en las controversias relativas al comercio electrónico y la propiedad intelectual. Además, las legislaciones sobre propiedad intelectual varían de un país a otro y difieren así los niveles de protección. Finalmente, aunque se llegue a juicio, podría ser difícil hacer cumplir una sentencia en otro país.
Si nuestra tienda online vende dentro de la Unión Europea, en caso de que surjan controversias podemos recurrir a los convenios y tratados internacionales vigentes en materia civil y mercantil. Otra alternativa para resolver posibles disputas es reservarnos la posibilidad de recurrir al arbitraje internacional vinculante en los contratos de e-commerce relativos a transacciones internacionales.